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lógica e infinito,... "buscando a la Verdad"

Fuera del tiempo
Lo ilimitado hace posible el límite.
Imaginaos que todo terminara en el límite: entonces no habría límite, cualquier objeto sería el todo.
Luego, para que el límite exista, es necesario que también se dé lo ilimitado. Pero el límite existe, ergo, también lo ilimitado.

Parece absurdo, en base a este axioma, que siendo la naturaleza ilimitada, esté finitamente dividida, como los atomistas pretenden.
El universo no puede ser limitado e ilimitado al mismo tiempo (el big-bang es una teoría peregrina). Todo límite presupone un límite mayor "ad infinitum".

También resulta inconcebible que algo infinito se autoincoe, ya que se es infinito de una vez, no progresivamente. Y aún más ridículo es que lo infinito sea eterno, ya que si nunca ha empezado a ser, entonces no debería ser (ni finito ni infinito). El factor tiempo, pues, no ayuda a la hora de pasar de lo finito a lo infinito. Necesitamos un factor no-tiempo, esto es, Dios.

Más sobre el infinito
El infinito plantea aporías. En efecto, ¿cómo se explica que algo siga siendo infinito por más que le sume y por más que le reste? ¿Por qué la naturaleza del infinito es esencialmente insensible a lo finito, si al cabo no es más que un agregado de finitud?

La clave está, quizá, en entender el infinito no como una ampliación sucesiva de lo finito, sino como su negación por inclusión. No sería, pues, una derivación de lo finito existente, sino de lo infinito preexistente, que se re-produce en el tiempo de una sola vez y se re-genera sin cesar fuera del tiempo, es decir, tanto en la multiplicidad como en la unidad.

En otras palabras: Infinito no es el máximo, sino la ausencia de máximo. La Providencia se extiende a todas las cosas, pero no hay nada en la mente de Dios que exprese "el número máximo de cosas", porque esa noción es contradictoria y, por consiguiente, no existe.

Ahora bien, el concepto de infinito no resulta absurdo. Aunque infinito e infinito menos uno sigan siendo infinitos (en tanto carecen de máximo), no son idénticos, puesto que hay una infinita posibilidad de infinitos actuales. ¿Puede comprenderse, entonces, el infinito? Sólo desde la conciencia serena de su incomprensibilidad, puesto que comprender ya es poner límites. En cambio, según Leibniz, Dios es más fácil de concebir que el menor corpúsculo, ya que éste será infinito y contendrá a su vez infinitos otros, mientras que Dios es la precondición absoluta y simple de cada uno de ellos.

Lo subjetivo y lo absoluto
... ¿Qué es lo real? Si todo puede pensarse, entonces todo debe haber sido pensado antes de que todo fuera. Es decir: así como, en el orden sensible, el hombre no es engendrado porque piensa, sino que piensa porque es engendrado, en el orden racional, el universo (que incluye al hombre) no es percibido [por nosotros, sujetos] porque sea perceptible [por sí mismo, objeto], sino que es perceptible [por nosotros] porque es percibido [por Dios].

La mole del universo es ciega y no existe algo semejante a un "alma del mundo", puesto que infinidad de ojos ofrecen infinidad de perspectivas distintas dentro del mismo espacio. La visión total, que nunca emana del objeto, ya que éste es por ella, requiere un sujeto único que dé razón de todo lo que existe y que exista por sí mismo, sin razón.

Percepción y noúmeno
Si la visión no existe, ¿cómo ves sin vista?. Y, si existe, ¿cómo ves la vista?. Si la vista fuese sólo lo visto y lo que se ve, es decir, el mero acto, sería inconcebible que pudiéramos ver en otro tiempo distinto a aquel en el que vemos y hemos visto.
Pero eso sucede a diario y nadie lo tiene por milagroso. Luego la vista es algo más que el mero acto de ver: entraña una potencia.
Podemos ver los órganos que permiten la visión, estudiar sus funciones, etc. Pero no podemos ver la visión, porque ello nos conduciría a un regreso al infinito. No bastaría con ver la visión, sino que habría que ver la visión que ve a la visión, y a la que ve a ésta, etc. etc.

La vista, entonces, no es ni los órganos para ver ni lo que esos órganos ven. Que éstos sean capaces de ver no significa que vean efectivamente, ya que puedo cerrar mis ojos. Del universal "ver" tampoco se sigue que yo, D.V., vea. La vista permite ver, pero no ser vista. Predicamos, pues, la realidad de algo no observable ni mensurable. Semejantemente, Dios permite existir (ser en el mundo), pero no existe (no es en el mundo). Percepción y divinidad resultan inconmensurables con sus efectos.

Buscando la explicación racional de la Trinidad
Baso mi noción de la Trinidad en tres axiomas:
No hay pensamiento sin sujeto pensante, y viceversa, no hay sujeto pensante sin pensamiento.

Nadie puede ser su propio pensamiento, ya que ello conllevaría una contradicción entre el sujeto y el objeto.
El sujeto debe ser siempre mayor que el objeto para comprenderlo.

Nada es sin una actividad.

E infiero lo siguiente:
Aceptando como autoevidente que "la verdad es la verdad" es la primera verdad, sabemos que no puede ser deducida a partir de otra; de donde se sigue que tiene el ser pleno por sí misma, lo cual implica la existencia. Ahora bien, no puede existir sin una actividad, de modo que debe pensar y/o ser pensada por alguien.

Es pensada por el Padre, y dicha verdad es el Hijo.
El Padre es mayor que el Hijo. Sin embargo, son la misma realidad, puesto que no hay pensamiento sin sujeto pensante ni sujeto pensante sin pensamiento.
El acto mismo de pensar (distinto a lo pensado y al que piensa) es el Espíritu Santo.
El Hijo hace todo lo que el Padre hace. Luego entiendo la Trinidad como "El sujeto pensante (Padre) en el acto de pensar y dejarse pensar (Espíritu Santo) por el pensamiento (Hijo)".

La Trinidad como axioma de axiomas
"'La verdad es la verdad' es verdad" forma parte del conjunto de verdades, en tanto que es verdad, pero sólo de un modo tangencial, pues no necesita ninguna otra verdad como fundamento y existe de forma necesaria.

Para que la existencia sea verdad, la verdad debe ser existente. Lo mismo vale para todas las cualidades. La verdad, entonces, es lo que es, la suma de lo pensable, “concordantia oppositorum”.
También debe ser eterna. La eternidad es la coherencia entre el pasado, el presente y el futuro. Dicha coherencia no es ni pretérita, ni actual, ni venidera: es eterna y es verdad.

Toda verdad debe cumplir tres propiedades:

1) no contradecirse consigo misma,
2) no contradecirse con las demás verdades y
3) inferirse de las demás verdades. Dios sólo cumple. De ahí que esté y no esté en el conjunto de las verdades.

Me inclino a pensar que Dios carece de fundamento. Si Dios tuviera un fundamento, habría algo lógicamente previo a Dios, más simple que él, más básico, y por consiguiente, mayor. La verdad es abstractiva, es decir, negativa. Lo más compuesto coincide con lo más contingente, con lo innecesario o superfluo.

Creatio ex nihilo
La Trinidad resuelve el problema de cómo es posible la "creatio ex nihilo" de lo material desde la plenitud divina, inmaterial.

Los gnósticos proponían una prolación o degradación de Dios hacia lo material. Antes de ésta, se habrían dado un Silencio y un Abismo insalvables entre el Creador y la criatura.

La ortodoxia católica objeta a esa concepción la coeternidad de la Palabra, engendrada de la misma substancia de Dios antes de todo tiempo. El Verbo divino es, antes de su encarnación,la Imagen invisible del Creador, pero también es la imagen invisible o racional de todas las criaturas. Ejerce de mediador entre ambas realidades.

La verdad inactiva o expansiva
La verdad sería inactiva y no podría crear si no fuese, al mismo tiempo, expansiva. La verdad autosuficiente, pues, también implica lo verdadero. En resumen, la Trinidad puede condensarse en el siguiente aserto:
"Que la verdad (Padre) es la verdad (Hijo) es verdad (Espíritu Santo)". No existe una forma más simple de expresar la primera de las proposiciones verdaderas, fundamento infundado del resto.

Si el Islam niega que esa proposición sea cierta, entonces el Islam se equivoca e incurre en falsedad, lo cual sólo puede atribuirse a doctrinas de hombres, no a Dios. Si el Islam cree que hay un modo más simple de expresar esa primera proposición verdadera, muéstrelo sin demora.

"Creación" del mundo y la "Verdad"
Dios no creó el mundo arbitrariamente, sino conforme a ideas sustentadas en la Verdad.
Dios Padre, sin embargo, no se identifica plenamente con las ideas coeternas, ya que éstas presuponen un fin creador y un orden vinculante. Pero el fin de la Creación es accidental con respecto a la potencia eterna de Dios, inengendrada y autosubsistente.

Asimismo, la providencia creadora de Dios depende de su voluntad, no su voluntad de la providencia.
Por último, las ideas son por naturaleza concebibles, mientras que Dios es absolutamente inconcebible.

Cristo es la suma de todas las ideas que tienden a la Creación, y es también su fundamento engendrado: el Bien, la Verdad, la Vida.
Dios, empero, es el fundamento de Cristo.
Dios, potencia totalmente indeterminada, engendra la Verdad, potencia absolutamente determinada. Ésta, a su vez, engendra al Espíritu, que es el acto infinito absolutamente determinado, en tanto es conforme con la Verdad.

Trinidad
"Como bien decía Diderot: ¿las 3 personas de la trinidad son 3 sustancias o accidentes?.
Posibilidades: Si son 3 sustancias somos politeístas paganos. Si son 3 accidentes somos ateos o escépticos. Entonces le pregunto a Daniel, ¿cuál de las 2 alternativas es la correcta?".
... la conclusión a la que llega Diderot no tiene ninguna fuerza.
Las personas divinas son accidentes de Dios, del latín "accidens", lo que accede. Dios puede acceder a sí mismo, es decir, contemplarse, pensarse, pronunciarse; acciones que no es posible realizar reflexivamente con total perfección.
Así, el hombre contempla su imagen física en un espejo, no su imagen mental. Se dirá que ello es debido a sus limitaciones creaturales y que ello en Dios bien podría acontecer sin déficit, dada su omnipotencia. Pero se plantea la siguiente aporía:

...Si Dios terminara de pensarse, no sería infinito; si no terminara, no sería perfecto. Luego en cualquier caso no sería Dios, al privársele de su plenitud ontológica. Sólo hay una salida:
reconocer en Él una esencia pensante y otra pensada, ambas constituyentes del mismo ser y unidas por una tercera que es su factor común.

La Trinidad de personas irreductibles entre sí (el poder, la sabiduría y el amor) permite, en primer lugar, que Dios tenga la potestad de conocer y amar infinitamente, así como de realizar todo lo realizable; en segundo lugar, que posea la sabiduría para hacerlo todo de la mejor manera posible y el amor para llevarlo a término; en tercer lugar, que ame lo que hace y lo que no hace pero conoce, siendo el Ser felicísimo por antonomasia.
De este modo se muestra su carácter creador, providente y misericordioso, que es propio del verdadero Dios, enemigo de los ídolos, cuya noción básica compartimos judíos, cristianos y musulmanes, pese a discrepar en las definiciones teológicas y en la forma del culto.

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